Dedicado a Luis Paredes, a la Sociedad Astronómica de Valparaíso y Viña del Mar (SAVAL) y al Grupo de Trabajo en Ecología Social de San José de Algarrobo (GTES_SJ)
Eran
los años setentas. El niño Luchín sale de su casa hacia Paso Hondo;
observa: una escalera en espiral se eleva al cielo, al costado, un ojo
gigante se pliega por la espalda dejando su pecho abierto.
Luchín respira profundo. Juega a ser astrónomo.
Ayer,
el viejo Luchín salió de su casa hacia San José de Algarrobo: Galileo
Galilei abre la cúpula de don Sergio y Luchín asoma su mirada como los
cachitos de un caracol a la niebla; respira profundo.
Es media noche y los queltehues están callados, pero Luchín susurra hacia adentro: el cielo estrellado palpita en mi.
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