25 de diciembre de 2008

En mi verso - instalación textil

Los invito a asistir a mi instalación textil "En mi verso", este 7 de enero a las 18:00 en calle Magallanes 314, Cerro Barón, Valparaíso. 
Aquí está el mapa que indica el camino para llegar.
Para ver más ir a: http://hilodelpruir.blogspot.com/

20 de diciembre de 2008

En mi verso

En mi verso
Diagramas de experiencia
A mis amigos,
a Mojmira Spacilova y a mis madres,
con infinito agradecimiento
y cariño.
“La bondad trascendente es como el agua”
Llegó asomado
Una vez la profesora María Pedrina le dijo a una alumna: “¿Por qué tienes que subrayar con un destacador fluorescente los textos de estudio? ¡¿No vez que eso te insensibiliza la vista?! ¡Después vas a necesitar un estímulo visual más fuerte! Estudia con otros colores pero no con lápiz fosforescente”. 
Creo que Javiera se sintió realmente “insensible” cuando le dijeron eso. Y yo, también. No sé si ella habrá dejado de usar los destacadores, pero yo sí, al menos en los textos de historia del arte, en otros, simplemente no pude. Re-marcar palabras, párrafos, ideas o conceptos con esos plumones encendidos era y sigue siendo, literalmente, alucinante. Es como si las letras agarraran la luz de la tinta y enunciaran: “¡mírame, léeme, soy importante, ¡ey! Aquí estoy!”.
Es medio psicodélica, irreal y fantasiosa, como un efecto óptico entre el párpado y la mente.
Pasaron dos años de aquella reprimenda cuando intenté palpar tal luminosidad. Entonces le saqué la tinta a los lápices y la hurgué en un papel, luego en una rama, en más papel, en mis bitácoras, sobre cartón, etc. El pigmento luminoso llego asomado entre las cosas, pero antes de que me diera cuenta de ello, tuve que ansiar encontrarlo, dejarme buscar, fascinarme por las formas que lo contuvieran… hallé así, en el entre de los árboles.
Con el pasar del tiempo, ese entre se desplazó a muchas otros cuerpos y comencé a visualizar formas que estaban más allá de la incandescencia, comencé a conmoverme con la distancia que había entre el acá y el allá. A conmoverme de mí propio anhelo de seguir observando, de tocar y comprender. Sentía que se me había despertado una fuerza vital, una fuerza que no me abandonaría porque no era circunstancial, sino una fuerza vital que siempre llevaría conmigo cual parte de mi misma.
No me gusta invadir a la gente…
…Ni escribir, ni documentar lo que me cuentan mientras me lo cuentan. Prefiero mirar a los ojos, oler sus casas y sus ropas, ver cómo se mueven, notar sus modos de decir, escuchar lo que tengan para contar.
Fue así, cuando escuchando las experiencias de mis vecinos, construí en mí una apertura, una “disposición”.
¡Uno jamás sabrá lo que un vecino tiene para contar!
Me fui dando cuenta de que en el gesto mismo de escuchar, hay una distancia entre ese vecino y yo que envuelve modos, colores, olores e imágenes en la cual ambos estamos implicados y con una posibilidad de estar libremente. Fue entonces en ese momento cuando comencé a entender el aire entre nosotros, entre mi vecino y yo, como un espacio diagramable-tridimensional en el cual podía ubicar relaciones o puntos entre-abiertos de acuerdo iba fluyendo la conversación y el relato mutuo.
Se podría decir que, además de esa apertura, necesitaba aprender a ordenar lo que oía. Y fue de este modo, dándole un lugar dentro de mi, algo así como Giordano Bruno pensó su sistema de memoria: dándole un lugar a las cosas para poder recordarlas .
Pero luego me di cuenta de que para poder re-cordar, tenía que re-flexionar. Permitir el re-pliegue y el vínculo, para así hacer perdurar esa apertura. Quería sentirla constantemente, sentirla presente.
Es una fuerza vital, es mi alimento imprescindible.
Ahora necesitaba tocar para poder entender, para poder apre(he)nder.
Rito de pudrición
Pasaron infinitos meses antes de tocar.
Pensé que iba todo bien y que la cuestión no tenía que ver con mi oficio, hasta ver mis manos verdes, huesudas y adoloridas. Entonces, por asco a mi propio miedo, por asco a infectarme más de mi propio miedo y no poder vivir de nuevo, toqué para encontrarme a mi misma y ya no al mero brillo de un lápiz plumón.
Senté cabeza realmente cuando empecé a ver a más polillas de lo normal dentro de mi pieza. Había muchas. Eran pequeñas pero molestosas. Comencé a espantarlas y a seguirlas, quería ver hacia donde huían. Fue entonces cuando recibí ese puñal en mi pecho, quedé sin aliento: tomé mis verdes, huesudas y adoloridas manos y las metí en un macetero lleno de lana, la levanté y escuché arena que caía dentro de él, pero no, eran huevos, y vi cómo una nube de polillitas salía volando y de pronto, poniendo más atención a las hebras de lana, allí estaban, decenas de gusanos en sus capullos algodonados.
Tomé el macetero con lana llena de estos seres, lo llevé a la cocina y realicé allí mi acuciosa (intro)inspección. Unas ollas, agua, fuego y mientras hacía el rito escribía:
El olor de la lana es hediondo, es como si el olor de los gusanos estuviera en ella. Asco, polvo, mal olor, desprendimiento del color. Carcomido el hilo. Separación.
En el agua y con el calor. Que hierva el agua, que hierva. Los gusanos salen tiesos, cocidos. Los capullos se separan de su rama de lana.
Las polillas no se resisten a la artimaña humana de la cocción. Proceso de interiorización. Mato lo que simboliza mi enfermedad, mi mal, mis dudas, mi temor.
La cocción es mi purificación, mi reivindicación al oficio, de mi mano y modo de entender. Es un grito de autonomía con color, olor, calor y separación. ¿Quién dijo que tejer es sólo unir? Tejer, y todo lo que implique la lana es uno de los más abstractos y alquímicos procesos.
Las máculas de la Luna se parecen a las burbujas del agua que hierve. Parecen una onda estática, un momento de explosión y evaporación congelado en un tiempo.
Hervir, bullir, borbotear es como caer, rodar, golpearse. Es moverse, es caos, agitación, calor. Es desmoronarse, agitarse. Es separarse. 
El burbujeo del agua que hierve hace flotar a los tiesos y frágiles cuerpos de los gusanos. Se salen, se van. Quiero sacarlos a todos, saber que ninguno vivirá. Que no habrá ni gusanos ni huevos. 
Las coyunturas de la piel, especialmente las del rostro, se parecen a las pequeñas corrientes que se crean por entre las hebras de lana que hierven. 
Los ojos en el rostro son como dos burbujas, son mundos acuáticos que siempre dicen algo sobre quien los posee.
La lana en cocción, hirviendo, se me entre-mezcla con el rostro de la Nonita (mi vecina), aquella escalera y la caída. 
Hay rostros, que sin querer, se parecen al que buscamos o al que queremos ver. La Nonita azul, tiene algo de lo que podría ser mi madre, o de lo que fue mi tía Silvia. Hay algo en la cuenca de los ojos, sus pliegues, las fosas de su nariz.
Mi madre tiene la piel cada vez más manchada y con arrugas. Ella envejece. 
Las mujeres cuando envejecen se dejan el pelo corto. El recuerdo que tengo de mi madre cuando yo era niña, es de su cabello largo. 
La forma de la caída por la escalera es de ambos cuerpos rodando envueltos. O el de ella abrazando y yo siendo abrazada. O el de ella curvándose para protegerse a si misma y yo dentro del hueco de su curvatura. Todas esas, son la forma de la caída. 
Caímos de piedra en piedra, de escalón a escalón. De salto en salto, de giro en giro, de golpe en golpe. Menos de 30, más de 25 peldaños en la memoria de mi cuerpo. 
Hervir, bullir, borbotear es como caer, rodar, golpearse. Es moverse, es caos, agitación, calor. Es desmoronarse, agitarse. Es separarse. 
Se sueltan los gusanos, se salen, se desprenden lentamente de la hebra. El calor los mató de a poco, el burbujeo los soltó de a poco. Se libera calor, olor, contención de la madeja, se abre la hebra. Ebullición, burbuja, explosión, desprendimiento, movimiento y apertura constante, onda, vapor, transformación, mutación. 
Se cae el cuerpo, y éste se despierta. Aparece el instinto, el reflejo, la respuesta. Se contrae en un instante, se defiende, protege su vida. Se libera calor, dolor, la contención muscular, se abren los brazos. Rodar, abrazar, proteger (se), contener, contenedor, calor, abrir (se), dolor, despertar la memoria, seguir.
Recuerdo que rodé, temblé. Recuerdo que abrí mis ojos como si fuera la primera vez que abría tan terrenalmente los ojos. La contención de mi cuerpo fue el despertar de la memoria de mi cuerpo. 
La baranda es como la olla, los palillos, las agujas, el telar. 
El tejido, es el relato, el movimiento, la oralidad. 
Los puntos del tejido son los peldaños, cada giro, cada grado hasta los 100ºC. 
Los gusanos son el tiempo, como una percepción de lo temporal. Una nota a pie de página que dice que la muerte y la vida están siempre presentes, que dice que el tiempo es algo que pasa, que es en su transcurrir. Nosotros somos el tiempo, porque somos transcurriendo. 
Las manos, son el viento. Son el deseo, la voluntad por querer comprender, por querer creer, por querer crear. 
Revisando la lana me doy cuenta de que ella conversa con las cosas de la cocina: con los vasos, los platos y mis manos calientes. Conversa con el vapor que emana y dice tranquila después del dolor, que por fin puede respirar.
Dejo secar la lana y les hecho Raid antes de volver a revisarla. Me esperan, a que las desenrede y las vuelva a lavar. Me esperan para llevarlas a pasear por mis dedos, por piedras y viento. 
Los gusanos ya no están.
La lana es como encontrarse con una Perséfone recuperada. Creí que la perdería en la oscuridad de su pudrición, pero ha brotado de ella, ha renacido como las plantas de Adonis sobre los tejados, ahora ¿Dejaré que se pudran otra vez?
Estuvo bien perder lana e intentar recuperarla mediante la cocción, el hervir y el desinfectar pero, ahora quiero tomar estos hilos de colores y dejarlos reposar en mi vientre mientras juegan en mis dedos y me cuentan su historia. Mucha pena me daría si esto volviera a pasar. Ahora deseo que se quedaran para siempre conmigo como si eternamente las trenzara. Tendría que morir primero mi cuerpo para zafarme de estas hebras. 
No he tomado las lanas. Las del telar, siguen ahí. La madeja blanca, sigue ahí. Las otras, ya las desenredé y las guardé para cuando las ocupe. No sé cuando será eso. 
Hoy vi una polilla. La maté. 
Este lunes quiero desenredar la lana blanca y la lana del telar, porque no soporto otro día más y verlas así… No es la lana, es el tiempo que pasa sin que me permita tener al material en mis manos. 
En este mismo instante, con la lana nueva entre mis manos, llega mi ciclo lunar. 
Re- conocerse y distinguir
Más allá del tiempo, antes o después del rito, esa fuerza vital hallada fue la cadencia de un vacío, un lugar oscuro y tibio que es silencio puro. Un lugar que todo fecunda. Una redondez inmensa, un abrazo que no tiene fin.
Entonces fue cuando volví a sentir nuevamente ese fulgor inicial, pero esta vez lo sentí dentro mío y expresada en mi decir textual, en mi caminar, en mi tejer cotidiano y concreto…
…Abrí el ojo, lo entre abrí, y de esa leve apertura dejé salir la luz. Dejé que se hiciera fuga por mi grieta.
En el espacio, aparecieron las cosas. 
Para ver, había que desnudarse el ojo, como sacárselo. Continuar la geometría intrínseca, aquella luz, aquel reguero de nuestra agua interior, nuestra fuente primera de agua clara. 

20 de septiembre de 2008

Otro modo de despertar… 9 de septiembre del 2008 Las paredes de mis oídos se prolongan como naves sobre el mar hasta el eco de mis sonidos lejanos. En mi espalda, Un filo vertiginoso me cala. Estoy aquí, me digo, y caigo al acantilado de la quietud de mi cama. Abro los ojos. Estoy aquí. ··· Para Er 10 de septiembre del 2008 Eres como lengua que atrapa Una via de fuego Una flama elevada Un olor circular Me despiertas con tus detalles de arrojo. Esta vez, me salvó el coraje: Abandoné al ego y abrí mi boca para recibirte. Ayer la Luna tenía un anillo, y el Sol, Iluminó espléndidamente.

Percepción, movimiento y lugar

“Hoy en día viajamos a velocidades que nuestros antepasados ni siquiera podían concebir. Las tecnologías relacionadas con el movimiento –desde los automóviles a las autopistas continuas de hormigón armado- han posibilitado que los enclaves humanos rebasen los congestionados centros y se extiendan hacia el espacio periférico. El espacio se ha convertido así en un medio para el fin del movimiento puro –ahora clasificamos los espacios en función de lo fácil que sea atravesarlos o salir de ellos. El aspecto del espacio urbano convertido en esclavo de estas posibilidades de movimiento es necesariamente neutro: el conductor sólo puede conducir con seguridad con un mínimo de distracciones personales. Conducir bien exige señales convencionales, líneas divisorias y alcantarillas, además de calles carentes de vida aparte de otros conductores. A medida que el espacio urbano se convierte en una mera función del movimiento, también se hace menos estimulante. El conductor desea atravesar el espacio, no que éste atraiga su atención. La condición física del cuerpo que viaja refuerza esta sensación de desconexión respecto al espacio. La propia velocidad dificulta que se preste atención al paisaje. Como complemento del aislamiento que impone la velocidad, las acciones necesarias para conducir un automóvil, el ligero toque del acelerador y de los frenos, las miradas continuas al espejo retrovisor, son micromovimientos comparados con los arduos esfuerzos que exigía conducir un coche tirado por caballos. Navegar por la geografía de la sociedad contemporánea exige muy poco esfuerzo físico y, por tanto, participación. Lo cierto es que en la medida en que las carreteras se han hecho más rectas y uniformes, el viajero cada vez tiene que preocuparse menos de la gente y de los edificios de la calle para moverse, realizando movimientos mínimos en un entorno que cada vez resulta menos complejo. De esta manera, la nueva geografía refuerza los medios de masas. El viajero, como el espectador de televisión, experimenta el mundo en términos narcóticos. El cuerpo se mueve pasivamente, desensibilizado en el espacio, hacia destinos situados en una geografía urbana fragmentada y discontinua” (1) “Cuando hablamos de la posición de un cuerpo en el espacio, siempre la suponemos con respecto a otros cuerpos. Carece de sentido pretender fijar la situación de un objeto sin ninguna referencia a otro” (2) ··· (1)SENETT, Richard. “Carne y piedra: El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental”. Ed. Alianza. Madrid, España. 1997. Pag. 20 -21. Nota: Este libro se puede encontrar en la Biblioteca de Historia de la PUCV a través del código 927.2 SEN 1997. (2)LANDAU, Lev y RUMER, Yuri. “¿Qué es la Teoría de la Relatividad?”. Ed. Universitaria. 2ª edición, Santiago, Chile. 1979. Pag. 23. Nota: en marzo de 1979 se celebró el centenario del nacimiento de Albert Einstein. La primera imagen corresponde a un dibujo personal hecho en septiembre de este año y la segunda, a una fotografía satelital obtenida de Google Earth. Ubicación: 33º 02`34.99``S 71º 36`09.80``O Altura del ojo: 1.583 pies de altura Fecha de la fotografía: 20 de agosto del 2007

11 de agosto de 2008

¿Qué es "espacio público"?

Otra vez el huevo y la gallina,
otra vez el territorio y el habitante.
¿está el habitante o sólo basta el territorio?
Preguntas sobre el habitar...
¿Cómo hablar hoy del habitar?
¿Será como decir "carne y piedra" (Richard Sennet)?
¿Será como decir "pensamiento ilusionado" (Vitto Aconcci)?
Locura, arquitectura, urbanismo, arte, abrazo, crepúsculo,
beso, señal ética, discusión, msn, web, red, caricia y soledad,
se me han vuelto una sola cosa,
una amalgama irreversible,
un solo cuerpo sensible que sin cuerpo va y toma cualquiera de estos cuerpos,
palabras de arcilla, de viento o marea,
un montón de tags que se hacen lineas
y que se hacen esquemas y se re-vuelven
y se re-suelven y se di-suelven como en una sopa de letras.
Al final,
va lúdica.
Va con la brisa, va con el soplo.
Va con el tiempo, va con el frio nocturno y el calor del sol.
Se hace rocío, agua, aliento, alimento.
Una pregunta necesaria para vivir,
para con-vivir.
***
Sin intereses comunes no puede haber un hacer común. Esta misma conjetura la aplicamos para el pensamiento sobre “los espacio públicos”: sin interés-bién-valor común, no hay un espacio-lugar común. En definitiva, velar siempre por lo propio es velar siempre por un yo, pero la cuestión es, ¿cómo hacer de eso propio un nosotros y renunciar de alguna manera al interés individualista? Es necesario comunicar los yos, expresar los yos y por medio de una profunda reflexión hacer esto que en matemáticas llaman el “mínimo común múltiplo”. Lo importante, es sacar el factor común y que todos puedan ver lo relevante que es comprender ese factor común como un valor común. El espacio público se vale de un espacio propio de nosotros que esté pulsando, de un espacio propio de nosotros que nos permitamos con libertad y poesía de nuestra cotidianidad, ese “qué se yo” del habitar de algunas culturas que le han llamado “patrimonio intangible”. *** “El vínculo”, el lazo humano, es un campo de acción posible, un campo de acción que busca provocar cambios a largo plazo, que busca hacer de la investigación y el ir creando, un perdurar. Parece utópico querer perdurar, pero hablamos de perdurar en el sentido de resistir, en el sentido de ser confusos, en el sentido de re-significar los códigos impuestos, de re-crear lo dado, de que el aprender sea vigoroso, que el enseñar sea amoroso, que el aprender y el enseñar sean constantes, permanentes, una organización-movilización perdurable, sostenible. Una movilización sensible que nos inspire a hacernos cargo de nuestros propios deseos, de nuestros caminos, pasos y navegación. Perdurar, para que, dicho vulgarmente, no nos taimemos ante los obstáculos o bloques. No neguemos la pérdida, ni la muerte, ni la separación. Pero no olvidemos que la existencia de estas verdades pueden incluir la hermosa fragilidad de la vida, no olvidemos la voluntad de dar, la voluntad de acercarse y tocar. *** “arte es todo aquello que modifica la conciencia” .-Joseph Beuys.

16 de julio de 2008

Siendo la semilla

He estado aquí estos días: Dejando que la semilla brote.


He estado aquí estos días. Cariños a todos aquellos que hicieron del Tejiendo Barrio, una semilla. Hace unos meses atrás supe que la palabra TALLER significa HACER BROTAR. Taller en el corazón, en las manos, en uno, en nos.

1 de junio de 2008

Mi Erdef / Trabajo de video arte de mayo del 2007

Durante el 2007, mientras aún cursaba la Licenciatura en Arte (en la PUCV), en el mes de mayo, para el curso de Taller de Video 3, presenté este trabajo de video arte. Su duración es de 1min. 36 seg. Se titula Mi Erdef. El material se extrajo de una intervención que realicé el mes de febrero del mismo año (2007) en la 4ta región de Chile, en la localidad del Valle de Cochiguaz.

ER es un fonema de raíz indoeuropea que significa despertar, levantarse.

DEF y KO son dos palabras del lenguaje mapuche, el mapudungun. DEF significa lazo, cuerda y KO, significa agua.

Como ya he escrito antes, (http://vieltfaltig.blogspot.com/2007/03/inefable.html), Erdef es una palabra que no existe pero me vi en la necesidad de inventar, entrecruzando sentidos y lenguajes que componen mis palabras y sonidos, porque son parte del modo en que uno entiende la vida. Erdef puede significar entonces el despertar de la cuerda, del recuerdo, el despertar del corazón, la voluntad de un levantamiento, un nacer, un canto elemental.

Mi corazón

nació de un surco de piedras cubiertas de silencio, en una altura estrellada y antigua.

Del huevo de la oscura noche, del vientre de la montaña, nace mi nombre, ¡sólo un suspiro, un instante!

28 de mayo de 2008

Ejercicios para despertar el verbo ver / 02 Diagrama de un lugar



Buscamos. Miramos: con los ojos abiertos y los ojos cerrados.
Ellos pasaban conversando, cruzándose, chocándose, rosándose, cediéndose, interrumpiéndose, encontrándose...







Entonces, al mirar: con los ojos abiertos y con los ojos cerrados, comenzamos a entrar a un ritmo.
Ese ritmo del pasar y algo más que se le sumaba...
No, comenzamos a salir.
Como un video game pretendí detener el tiempo, verlo transcurrir lentamente...








...señalando cada foto-grama, cada foto-instancia, cada foto-presencia...






Empezamos a hacer un diagrama.





A jugar con el tiempo para armar distancias que nos hablan de una trama de lo fugaz: con una tiza en mi mano, siguiendo a desconocidos y flectando mi cuerpo hacia lo que buscaba.

No "marcamos sombras".
Señalamos con polvo el límite de la luz y el cuerpo.
El límite de varias luces y de varios cuerpos.
El lugar, se re-veló por foto-gramas y me dijo: soy una trama.



Y así, una y otra vez: nos asomamos, nos acercamos y nos reconocemos.



Mis agradecimientos a mi compañero y colaborador, Erick H. Fuentes G.
8 · marzo · 2008

14 de mayo de 2008

Música para escuchar / Anoushka Shankar

La músico y artista del sitar Anoushka Shankar es hija y discípula de Pandit Ravi Shankar, maestro sitarista de la India, quien a su vez fue discípulo de Baba Allaudin Khan fundador del Maihar gharana de música hindú clásica.

Para mayor información visitar las siguientes web site:

http://www.rutadeseda.org/india/musica/interpretes.html

http://www.ravishankar.org/

http://www.anoushkashankar.com/

Disfrútenlo.

10 de mayo de 2008

La minga de la macha invisible


Invitación de la performance colectiva La minga de la macha invisible


Caro (yo), Cecilia Vicuña y la mamá de Cecilia V.


Albatros volando en bandada por el cielo


Todos bailabamos sacudiendo las caderas con las piernas entreabiertas e hicimos música golpenado piedras y palos del lugar: un humedal de la playa Ritoque, en donde además de hacer el rito, desde hace siglos las aves estacionarias o migratorias descansan y se alimentan en él.


Caro (yo), Cecilia y Erick

Fotografía: Erick Fuentes G.

ENTRANDO

Pensé que todo esto quizás no era más que una forma de recordar.

Recordar en el sentido de tocar las cuerdas de la emoción.

Re cordar viene de cor, corazón.

*
Primero sobrevino el escuchar con los dedos, una memoria de los sentidos:
Los huesos repartidos, los palos y plumas eran objetos sagrados que yo debía ordenar.

Seguir su voluntad equivalía a descubrir una forma de pensar: los senderos de la mente que recorría escuchando el material conducían a un antiguo silencio esperando ser oído.

Pensar era seguir la música, el sentimiento de los elementos.

Así empezó la comunión con el cielo y el mar, la necesidad de responder a sus deseos con la una obra que fuera oración, gozo de los elementos.

El gozo es la oración,
lo recordado en la ofrenda es una forma poética esencial: si al principio de los tiempos la poesía fue un acto de comunión, una forma de entrar colectivamente a una visión, ahora es un espacio al que entramos, una metáfora espacial.

Era natural que la poesía alcanzara una correspondencia espacial:
Si el poema es temporal, templo oral, temploral, el palacio o la forma es templo espacial.

Ambos templos son entrada al espacio sagrado del metaforizar;
Metapherein: llevar más allá.

La metáfora lleva a otro espacio de contemplación: con templar nos templa juntos o templa simultáneamente lo interior y exterior.
Forma activa de contemplación, la metáfora espacial une dos formas de oración; espacial y temporal.
*
Lo precario es lo que se obtiene por oración.
“El quipu que no recuerda nada”, una cuerda vacía, fue mi primera obra precaria.

Oraba haciendo un quipu, ofrendaba el deseo de recordar.

*
La ofrenda es el deseo, el cuerpo es metáfora nada más.

*
En la antiguo Perú el adivino trazaba líneas de polvo en la tierra, como una forma de adivinar, o dejar que lo divino hable en él.

“…invocaban a los espíritus por medio de una encantación y trazando líneas en el suelo.”

*
Lempad de Bali dice: “Todo arte es pasajero, incluso la piedra se carcome”. “Dios aprovecha la esencia de las ofrendas y el hombre sus restos materiales”.

*
Una forma de escritura temporal y espacial aspira a durar en la intensidad de la emoción.

Recuperar la memoria es recuperar la unidad:

Ser uno con el cielo y el mar
Sentir la tierra como la propia piel
Es la única forma de relación
Que a Ella le puede gustar.

N.Y. 1973, Cecilia Vicuña.

Del libro "Precario", 1983.

Ejercicios para despertar el verbo Ver / 01 Trazos del viento


el viento canta...
el caminante canta...
el viento es caminante...


Lanzamos hojas y madejas de lana para ver cómo se mueve el viento. Sentimos el cabello y la piel. El viento entra, empuja, rodea. Al atardecer siempre canta/camina el viento. Can can ca ca cu co co co qui cuic ko ko... así suena cuando el viento y su trazo se hacen agua, porque se juntan a cerrar: de A a U... ca ca ca ca... los pasos y el canto del viento. Cu ko cu ko ko ko ko... el canto U y O del agua. Abrir y cerrar, mover.

Las hojas, dispersas se hacían polvo.

La lana, nos habló del viento de otra manera, diferente al que hablan las hojas. Se serpenteó como un trazo vigorozo, bailaba jubilosa. Las hojas, como son más pesadas, sólo caían pero no verticalmente, sino de lado, como resbalándose. Se iban con el viento pero no se fueron, se quedaron en el suelo para hacerse polvo. La lana, se alborotaba hasta enredarse, y aún después de enredarse, no dejó de moverse.


Los elementos son elementales, no "básicos", sí bases.
Hilos de nubes, trazos del viento.


Diciembre del 2007