26 de septiembre de 2008
20 de septiembre de 2008
Otro modo de despertar…
9 de septiembre del 2008
Las paredes de mis oídos
se prolongan como naves sobre el mar
hasta el eco de mis sonidos lejanos.
En mi espalda,
Un filo vertiginoso me cala.
Estoy aquí, me digo, y caigo
al acantilado de la quietud de mi cama.
Abro los ojos.
Estoy aquí.
···
Para Er
10 de septiembre del 2008
Eres como lengua que atrapa
Una via de fuego
Una flama elevada
Un olor circular
Me despiertas con tus detalles de arrojo.
Esta vez, me salvó el coraje:
Abandoné al ego y abrí mi boca para recibirte.
Ayer la Luna tenía un anillo, y el Sol,
Iluminó espléndidamente.
Percepción, movimiento y lugar
“Hoy en día viajamos a velocidades que nuestros antepasados ni siquiera podían concebir. Las tecnologías relacionadas con el movimiento –desde los automóviles a las autopistas continuas de hormigón armado- han posibilitado que los enclaves humanos rebasen los congestionados centros y se extiendan hacia el espacio periférico. El espacio se ha convertido así en un medio para el fin del movimiento puro –ahora clasificamos los espacios en función de lo fácil que sea atravesarlos o salir de ellos. El aspecto del espacio urbano convertido en esclavo de estas posibilidades de movimiento es necesariamente neutro: el conductor sólo puede conducir con seguridad con un mínimo de distracciones personales. Conducir bien exige señales convencionales, líneas divisorias y alcantarillas, además de calles carentes de vida aparte de otros conductores. A medida que el espacio urbano se convierte en una mera función del movimiento, también se hace menos estimulante. El conductor desea atravesar el espacio, no que éste atraiga su atención.
La condición física del cuerpo que viaja refuerza esta sensación de desconexión respecto al espacio. La propia velocidad dificulta que se preste atención al paisaje. Como complemento del aislamiento que impone la velocidad, las acciones necesarias para conducir un automóvil, el ligero toque del acelerador y de los frenos, las miradas continuas al espejo retrovisor, son micromovimientos comparados con los arduos esfuerzos que exigía conducir un coche tirado por caballos. Navegar por la geografía de la sociedad contemporánea exige muy poco esfuerzo físico y, por tanto, participación. Lo cierto es que en la medida en que las carreteras se han hecho más rectas y uniformes, el viajero cada vez tiene que preocuparse menos de la gente y de los edificios de la calle para moverse, realizando movimientos mínimos en un entorno que cada vez resulta menos complejo. De esta manera, la nueva geografía refuerza los medios de masas. El viajero, como el espectador de televisión, experimenta el mundo en términos narcóticos. El cuerpo se mueve pasivamente, desensibilizado en el espacio, hacia destinos situados en una geografía urbana fragmentada y discontinua” (1)
“Cuando hablamos de la posición de un cuerpo en el espacio, siempre la suponemos con respecto a otros cuerpos. Carece de sentido pretender fijar la situación de un objeto sin ninguna referencia a otro” (2)
···
(1)SENETT, Richard. “Carne y piedra: El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental”. Ed. Alianza. Madrid, España. 1997. Pag. 20 -21. Nota: Este libro se puede encontrar en la Biblioteca de Historia de la PUCV a través del código 927.2 SEN 1997.
(2)LANDAU, Lev y RUMER, Yuri. “¿Qué es la Teoría de la Relatividad?”. Ed. Universitaria. 2ª edición, Santiago, Chile. 1979. Pag. 23. Nota: en marzo de 1979 se celebró el centenario del nacimiento de Albert Einstein.
La primera imagen corresponde a un dibujo personal hecho en septiembre de este año y la segunda, a una fotografía satelital obtenida de Google Earth.
Ubicación: 33º 02`34.99``S 71º 36`09.80``O
Altura del ojo: 1.583 pies de altura
Fecha de la fotografía: 20 de agosto del 2007
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